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  • Foto del escritorPerro Negro de la Calle Selección

Constelaciones: Canis Maior / Por Jesús Prado


La mañana se ve diferente desde un quinto piso en Patria: la ciudad se antoja más relajada, más tendiente a la autocompasión que a la lucha constante; todos en esta urbe salimos día con día a lidiar contra las condiciones atmosféricas, con el tráfico, el calor y la suciedad de un medio ambiente deprimido por la sobre explotación, por la cantidad exorbitante de humanos aglomerados en autobuses y trenes.

Somos el reflejo de nuestros días: la reclusión, el encierro que comienza, el desprecio de unos que consumen y la necesidad de otros que trabajan día con día. Un virus nos ha mostrado el rostro, nos ha mostrado la soledad, la desolación de afuera… la ausencia dentro de los corazones descontinuados.

—No hay nada más sano que la distancia—, dicen los expertos; —Aléjese de los fluidos que son el transporte del mal—; —Aléjese de los tumultos y las aglomeraciones, beba mucha agua y trate por todos los medios de quedarse en casa—. Esto lo dicen personas sonrientes que inundan los medios, todo pronunciado desde un espacio que excluye a la mitad de lo que somos; todo se sumerge en la ilusión del dos por ciento que acumula y sustraen lo que los demás nunca imaginarán.

Ya sé que la vida es injusta, que no podemos tener todo lo que queremos, que al final del día todos estamos más muertos que el día anterior, pero: ¿cómo sustituir sus grandes ojos claros? ¿sus pantorrillas pálidas que cruzan salones vacíos o cuartos solitarios en brazos de un fulano que no conozco más que por menciones? Es cierto que el claustro es necesario, pero ¿adónde me habré de refugiar de esta furia por la distancia, por esta privación de sus labios?

En estas fechas en que todo falta: me falta más lo que nunca he tenido, el detrimento del espíritu por los excesos del alcohol, de la carne, del baile de los días de solsticios que son antología y de renuncias que no recuerdo. La distancia es mucha, estoy borracho y no sé si le hablaré mañana… son dos semanas sin más nexos a la realidad que el teléfono y las noches sin sueño, nada más que el cotidiano letargo de la costumbre.

Estoy solo y eso no tiene remedio: los discursos y las palabras elocuentes de los grandes de la literatura solo ahondan el vacío creciente en el que se refleja este individuo que nunca ha valido mucho, este ser inerte que renunció a la contemplación por el exceso; por el deseo de su mirada fresca, por el sopor de su voz cálida a mitad de los días de desamparo, del desvelo y la ausencia mal llevada.



 

Sobre el autor:

Escritor nacido en La Unión de San Antonio, Jal. Sus obras literarias ahondan temas de actualidad, poesía urbana, política, melancolía, amores y desamores, pero sobre todo una honestidad tremenda en cuanto al análisis y exploración de las pasiones y enigmas de la existencia contemporánea.

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