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Foto del escritorPerro Negro de la Calle Selección

En la cena / por Adilene Cortés Caballero



Decidió pisotearles, llevaban días introduciéndose y hurtando para sobrevivir, a Irene le parecía más una invasión. No se conformaron con ir a visitar cada tercer día, o tomar solo lo necesario, ellas buscaban abastecerse, encontraron una mina de oro color marrón y no la dejarían. Cada noche, al servir la cena de los gatos, ellas aguardaban su porción, minutos después, ya se habían abierto paso hasta los platos coloridos, a veces ordenadamente, otras amasándose junto a las croquetas, pululando. Irene como digna mujer de casa obsesiva se irritaba más en cada visita. Hasta el día de la lección.

Aprenderán a la mala —dijo mientras, pisoteando aplastaba a todas las hormigas visibles.

No era la primera vez que se atrevía a hacer algo en su contra, ya antes les había barrido de vuelta hacia la entrada, pero esta vez, su ira inundaba el ambiente, pateaba y pisaba desquiciadamente, les había hecho frente sin ninguna careta, regocijándose al verlas tambalear heridas.

Esa noche, después de la cena se fue a dormir plácidamente, y ellas no volvieron la siguiente tarde, ni la siguiente. Irene pensó que habían aprendido la lección, pero el futuro le tenía preparado una sorpresa.

Dormitando, bajo sus blancas sábanas, inconsciente comenzó a sentir un cosquilleo que se extendía desde la punta de sus pies hasta su rostro en todas direcciones, abarcándola cada vez más como una marabunta descontrolada sobre su cuerpo. Su palpitar se aceleró de apoco, seguida de una respiración agitada esperando aterrorizada un piquete tras otro… hasta que una diminuta mordida la quebranto. Despertó asustada, inmediatamente se levantó, sacudiendo sus piernas, y cabeza, golpeteando sus brazos, mientras gritaba descontrolada, encendió la luz y a prisas esperando el horror más grande, levantó las sábanas, no había nada, ni una sola hormiga le acompañaba.

Cuando cayó la siguiente tarde, Irene esperaba sentada en la mesa a que llegara la hora de atender a sus gatos, ellas después de ausentarse días, llegaron justo a tiempo. Cualquier persona en su sano juicio habría mandado a llamar a un exterminador. Pero Irene pretendía acabar con esa guerra justo por su propia mano.

De ahora en adelante les dejaré comer, podrán tomar únicamente lo que este en el piso dijo, con una voz suave entre quebrada, al tiempo que echaba las croquetas derramándolas fuera de los platos, mientras en su brazo podía vérsele una ligera hinchazón.



 

Sobre la autora:

Nacida un martes 5 de enero, un día después de la luna llena del 88, hasta los 20 años vivió en Tijuana, Baja California, a partir de entonces tuvo la fortuna de hacer de Lagos de Moreno su segunda casa, durante ocho años, actualmente radica en Tepic, Nayarit.

Su obra emana de la profundidad de sus visiones, invocando crudeza, melancolía y magia en su prosa poética. Se le caracterizan por ser obras breves y precisas, siempre con un sentido irónico saturnino.

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