Encontré su frazada detrás de varias cajas olvidadas en el armario, suave, confortable, con el mismo estampado de su pelaje, blanco con manchas negras, como las vacas lecheras. Han pasado varios años ya desde que le enterré en el jardín y aun le recuerdo como a mi primer compañero; en aquel entonces yo era tan solo un niño conociendo la muerte a través de su perdida.
Se me ocurrió llevar su manta a revisión, con la esperanza de clonarlo en mi afán de estrecharlo tal y como lo recuerdo. Decidí un modelo ya adulto, verlo de ese modo podría curar todo el tiempo perdido, sin embargo, unas horas después de llevarlo a casa le vi despertar, sus ojos horrorizados no me reconocieron y salió huyendo, huyendo de mí, se fue por la ventana para no ser visto nunca más. Exagero, fueron únicamente unas semanas las que esperé su regreso, hasta que una nueva idea me inundó y la llevé a la práctica. Esta vez criaría a un nuevo «vaki» II desde pequeño.
Un año y meses después me daría cuenta de que no me tolera, claro que recibe el alimento que le doy, pero no responde a su llamado, no juega, no puedo pensar siquiera en acariciarlo porque sus garras filosas se incrustan con odio en mi piel. Sí, es idéntico a vaki, su ronroneo, su forma de andar, de comer, algunas veces hay algo en su mirada que me inspira amor, pero en segundos al intentar acercarme a él, sus ojos, su rostro ni se inmuta.
Para mí es evidente que jamás será él y pronto estará en adopción debo hacer espacio para vaki III.
Sobre la autora:
Nacida un 5 de enero del 88 bajo la influencia de Saturno, sus primeros escritos surgieron en Tijuana B.C., reforzando su aprendizaje en Lagos de Moreno, su segundo hogar literario, actualmente radica en Tepic, Nayarit. Su inspiración emana de la elocuencia gatuna, recuerdos, y mundos oníricos, sus obras se caracterizan por ser breves, precisas, traductoras de melancolía y magia. Lo suyo es la prosa poética.
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